domingo, 20 de marzo de 2016

En tranvía


Maria Gabriela Llansol

(1931-2008)
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[DIARIO, 1979]

Lo que vivimos, lo colocamos en los sueños que tenemos. Me quedé dormida y tuve un sueño:
                viajo en un tranvía, en Lisboa, y reconozco, poco a poco, al hombre sentado a mi lado; pero su presencia me parece muerta, o distante. Con el tiempo, sin acontecimientos que puedan describirse, yo, el hombre, y su mujer, nos hacemos amigos. Estoy contenta por haber vencido mi repugnancia a establecer relaciones, y de disfrutar con aquel encuentro. También en la casa de la calle Domingos Sequeira se dieron cuenta de que salgo muchas veces.  (pág. 18)


[DIARIO, 1983]

Desde la plaza Camões hasta la calle Domingos Sequeira, siguiendo por la línea del tranvía, recapitulo mi primera geografía, incluso la de las piernas menudas, que ni siquiera eran capaces de vencer aquel camino tortuoso a pie. Qué hermoso es hoy este camino modesto, de tienda arcaicas, que evocan aún gustos rurales y descubrimientos de aldea. Nada más llegar a Lisboa, en un paseo corpóreo meditativo, enlazo los dos puntos uno al otro, y realizo la primera dislocación con sentido. Ahí me constituí, y aquel viaje que hacía con mi madre al centro, en tranvía, casi siempre para comprar tejidos y vestuario, artículos de mercería, botones e hilos, es mi viaje ancestral, la jovencita de la que la que me liberé. (pág. 137)


Maria Gabriela Llansol, Um falcão no punho; Relógio d'Água, Lisboa, 1998. [Traducción JAC]